jueves, 28 de abril de 2011

Desarrollo Cognitivo

El cerebro humano se constituye en el eje del sistema nervioso, que controla absolutamente todas las actividades del cuerpo: la circulación, la respiración, la digestión, los pensamientos y los sentimientos, entre otros. Toda orden, ya sea automática como los latidos del corazón o las voluntarias, como caminar, se procesan por medio del cerebro humano.

Por lo anterior, para abordar el desarrollo cognitivo, es importante observar el comportamiento, razonamiento y desarrollo. Cada niño o niña que nace, forma parte de la sociedad y su desarrollo no inicia de cero.  Así lo han evidenciado diferentes estudios que muestran que la mente del bebé no está en blanco, nace con importantes condiciones mentales, necesarias para procesar información y realizar coordinaciones complejas.

Asimismo, se ha demostrado que cuando el niño o niña nace el cerebro no se ha desarrollado completamente, y gran parte de su formación ocurre entre el nacimiento y los cinco años de edad. Ello depende de las experiencias que viva el niño o la niña a parir del estímulo dado por los adultos encargados de su cuidado.
Las experiencias (el estímulo que el cerebro recibe del medio ambiente) tienen un efecto sobre la formación de las conexiones neuronales y el desarrollo de la visión, audición, habla, tacto, olfato y percepción, lo que tiene consecuencias de largo alcance[1].

El adulto que cuida al niño en sus primeros años de vida es la fuente principal de estímulos cerebrales y esta interacción ejerce una significativa influencia sobre el desarrollo cerebral del niño. En el niño o niña, las primeras experiencias son vitales en el desarrollo de la capacidad para regular las propias emociones, disfrutar de salud mental y física, y desarrollar destrezas perceptivas, cognitivas y comunicativas. En la medida en que se le satisfagan las necesidades básicas, el niño o niña avanzará en el desarrollo de competencias naturales de la infancia temprana para pensar con sentido crítico, resolver problemas, colaborar con los demás y alcanzar una mayor confianza en sí mismo.

El Desarrollo Infantil es entonces el proceso a través del cual los niños y las niñas, desde la gestación, empiezan a construir las condiciones físicas, psíquicas y emocionales para su interacción con el entorno. En este proceso cada niño o niña va alcanzando un mayor control sobre sus actos y perfeccionando sus capacidades motoras, cognitivas, lingüísticas, sociales y afectivas, dependiendo, como se dijo antes, del tipo de estímulo que reciba de los adultos y de las condiciones especificas del contexto cultural en el que crezca.

En consecuencia con lo anterior, y si bien el proceso biológico es el mismo en todo organismo humano, los cambios que experimenta el niño en cada momento de su existencia son específicos, por lo que se pueden establecer ciertos indicadores generales del desarrollo infantil para un determinada etapa sin que esto signifique que todos los niños experimenten los mismos cambios. En este proceso se puede reconocer la existencia de cierta discontinuidad por reordenamientos que afectan la totalidad del desarrollo, el cual no transcurre en forma lineal ya que en él pueden reconocerse saltos y cambios (avances y retrocesos), lo que evidencia que el desarrollo infantil es continuo, no concluye nunca. De esta manera, la concepción del desarrollo infantil se define en las transformaciones del sistema de relaciones que el niño tiene con los demás, con el mundo que lo rodea y consigo mismo.


[1] La Promesa del Desarrollo en la Primera Infancia en América Latina y el Caribe. Emiliana Vegas y Lucrecia Santibáñez. Banco Mundial en coedición con Mayol Ediciones S.A. 2010. Washington, d 20433, Usa info@mayolediciones.com. Bogotá, Colombia

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